Jhon tenía noventa y dos años de edad y estaba ciego, pero se mantenía tan vivas cómo podía cómo podía estarlo con su esposa, Eleanor, partió con el señor. Sentía que no podía vivir solo, así que jhon decidió trasladarse a una residencia de ancianos. La mañana de la mudanza el estaba levantado y vestido a las 8:00 de la mañana. Como siempre el anciano caballero se veía impecable, con su cabello perfectamente peinado y su rostro bien afeitado.
Un taxi llegó para recogerle y llevarle a la residencia. Jonh llegó temprano, como era su costumbre y esperó más de una hora antes de que una joven ayudante, miranda, llegase para mostrarle su nueva habitación. A medida que Jonh manejaba su andador por los pasillos, miranda le describía su habitación con gran detalle. Le dijo que entraba la luz del sol por una ventana grande y que había un cómodo sofá y una bonita zona común.
Justo a la mitad de su descripción, Jonh interrumpió y dijo: "Me encanta, me encanta, me encanta".
Miranda se rió y dijo:"Señor aún no hemos llegado. Usted no lo ha visto. Espere un momento y se lo mostraré".
Jonh le dijo: "No, no tiene que mostrármelo. Si me gusta o no me gusta mi habitación no depende de como estén acomodados los muebles. Depende de como esté acomodada mi mente. La felicidad es algo que uno decide de antemano".
Como el sabio anciano Jonh entendía, la felicidad es una elección. Cuando te despiertas en la mañana, puedes escoger estar de buen humor, o puedes escoger estar de mal humor.
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