Los seres humanos aman las historias, no hay dos maneras de hacerlo. Muchas personas en todo el mundo no leen libros, por preferencia o falta de privilegios. Pero no hay una sola alma humana a quien no le guste una historia, ya sea que la lean o la escuchen. Esta ubicuidad de las historias está arraigada en lo más profundo de la naturaleza humana. Es la forma más antigua de comunicación entre los seres humanos que ha existido desde que se inventó el lenguaje, y en este sentido, no somos diferentes de nuestros antepasados que habitan en las cuevas. No pensamos en términos de lógica o causa-efecto, pensamos en términos de historias o narraciones. Esta es la razón por la cual los educadores y líderes de pensamiento de todo el mundo jurarían que las historias son una de las herramientas más poderosas para enseñar y aprender. El 20 de marzo ha sido designado como el Día Mundial de los Cuentos para celebrar el poder y la importancia de las historias. Aprovechamos esta oportunidad para hablar sobre cómo las historias dan forma a nuestras vidas y cómo podemos usarlas para mejorar nuestras habilidades de aprendizaje.
Cómo aprendemos con historias
Las historias se han utilizado desde los tiempos antiguos hasta los tiempos modernos en todas las culturas como la herramienta principal para enseñar y aprender sobre el mundo y su funcionamiento. Cada niño en cada rincón del mundo recibió su primera lección en forma de cuentos para dormir o cuentos de hadas. Eso debería decirle algo sobre el papel central que desempeñan las historias en la experiencia humana. Pero no solo los niños, los humanos de todas las edades aprenden algo mejor cuando se les enseña con historias. Las viñetas y las presentaciones de datos pueden organizar mejor la información. Pero para comprender las implicaciones de esos datos necesitamos ilustraciones, explicaciones, narraciones. Oye, quieres hablar de daño ambiental. Puede presentar datos sobre el aumento del nivel del mar, la tasa de deforestación, la tasa de emisión de carbono, etc. Puede presentar los datos de cuántas comunidades en el mundo han sido desplazadas debido a eso. O bien, puede contar la historia de un pueblo de pescadores en la región del bosque de manglares de Sundarban en la Bahía de Bengala, que un día despertó con una gran ola de marea que se tragó la mitad de su pueblo y muchas vidas. ¿Cuál de los dos enfoques crees que hará que los oyentes sean más aptos para entender el costo del daño ambiental? Los datos no tienen vida, pero cuando conectas esos datos con la vida real de las personas, es mucho más probable que comprendas qué significa esa información en términos de tu vida como humano.
La ciencia de las historias Múltiples estudios de neurociencia han utilizado las exploraciones MRI para mapear las actividades del cerebro de las personas que aprenden con historias. Los escaneos de cuando aprenden con historias y cuando aprenden sin ellos (a través de la ingesta de información y la memorización) son dramáticamente diferentes. Cuando se nos presentan datos e información secos, nuestro cerebro lo procesa como lenguaje. Las partes del procesamiento del lenguaje de nuestro cerebro, como el área de Broca y el área de Wernicke, se ven activas en este momento, al igual que nuestro córtex auditivo o visual, dependiendo de si estamos escuchando o leyendo la presentación. Pero cuando nos cuentan una historia sobre algo que involucra los mismos datos, notamos un aumento dramático de actividades en el cerebro. Las partes sensoriales y de procesamiento de emociones se activan. Cuando las historias describen el olor, nuestra corteza olfativa se ilumina. Cuando describen el color del cielo es la corteza visual. Cuando las historias hablan sobre movimientos, como correr o agarrar algo, nuestra corteza motora, que coordina los movimientos del cuerpo, se activa. Nuestro cerebro recuerda estas actividades sensoriales y motoras cuando las escuchan descritas y las reproduce, por lo que en cierto sentido también "vivimos" la historia.
Nuestras experiencias de historias se construyen no solo con palabras y significados, sino también con nuestras experiencias de la vida real. Y es por eso que las historias activan otra parte importante de nuestro cerebro que está latente con información seca: nuestras emociones. Podemos relacionarnos y sentirnos con historias, y la memoria se almacena en múltiples áreas del cerebro. Es por eso que recordamos las lecciones de una historia mucho más fuertemente que un informe lleno de datos. Conclusión El poder de contar y comprender historias es una de las cosas fundamentales que nos hacen humanos. Las historias nos permiten empatizar con personas que no conocemos, las historias nos ayudan a forjar confianza y vínculos. En este Día Mundial de Narración de Historias, celebremos la forma de aprendizaje más antigua y única que los humanos hemos construido para nosotros mismos.
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